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Visita de Juan Félix Sánchez al Taller de Vigas. De izq a der Janine Vigas, Juan Félix Sánchez y E. Planchart 1990 |
La Fundación Oswaldo Vigas rinde homenaje a un pensador imprescindible, cuya mirada crítica y afectuosa acompañó y enriqueció el legado cultural de la región.
Hablar de Eduardo Planchart
Licea es hablar de una sensibilidad cultivada, de una mente inquieta que hizo
del arte un territorio para pensar, sentir y trascender. Para la Fundación
Oswaldo Vigas, fue más que un colaborador: fue un aliado intelectual, y, sobre
todo, un amigo del maestro Vigas, con quien compartió proyectos, conversaciones
y una visión comprometida con el arte latinoamericano.
A lo largo de más de cuatro
décadas, Eduardo Planchart forjó una trayectoria admirable como curador,
escritor e historiador del arte. Su trabajo se desplegó en museos claves de
Venezuela como el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, la Fototeca de
Barquisimeto y el Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez, pero
también alcanzó escenarios internacionales en México, Curazao, Francia y Japón.
Más de 90 exposiciones llevan su firma, no como un gesto de autoría, sino como
un acto de mediación generosa entre la obra y el espectador.
Su mirada no buscaba imponer
significados, sino sugerir lecturas. Tenía la rara habilidad de construir
relatos curatoriales que respetaban la autonomía del arte sin renunciar a la
profundidad crítica. En cada muestra, Eduardo abría un espacio para el asombro,
la memoria y el pensamiento.
Una
amistad que se convirtió en legado
La relación entre Eduardo
Planchart y Oswaldo Vigas fue una de esas afinidades que trascienden lo
profesional. Ambos compartían una pasión por lo simbólico, lo ancestral, lo
mítico. Ambos entendían el arte como un lenguaje que conecta tiempo y espíritu.
No es casual que Planchart haya acompañado al maestro en múltiples proyectos
curatoriales y publicaciones, aportando siempre una lectura aguda, una
escritura sólida y una perspectiva capaz de poner en diálogo la obra de Vigas
con las grandes preguntas de nuestro tiempo.
Desde la Fundación Oswaldo
Vigas, esa colaboración fue siempre profundamente valorada. Su presencia en
nuestros archivos, catálogos y exposiciones no solo enriqueció el contenido,
sino que nos recordó el valor de una crítica comprometida, ética y humana.
Más allá del museo
Eduardo Planchart fue
también un prolífico ensayista, autor de más de veinte libros sobre arte y
pensamiento visual latinoamericano. Obras como Cristianismo y madera o Lo
sagrado en el arte: la risa en Mesoamérica, reflejan su interés por explorar
el arte como expresión de lo sagrado, lo simbólico y lo cultural. Además,
incursionó en la narrativa con novelas como El Mago de la Niebla y Hacedor
de Santos, donde la sensibilidad estética se mezcla con lo filosófico y lo
literario.
Fue colaborador habitual de
medios como El Universal, Últimas Noticias, Analítica.com
y Art Miami Magazine, desde donde mantuvo una voz activa en el debate
artístico y cultural, siempre con un tono claro, respetuoso y profundamente
informado.
Su
legado nos acompaña
Para quienes hacemos vida en
el mundo del arte venezolano y latinoamericano, Eduardo Planchart fue y seguirá
siendo una referencia. Su trabajo nos enseñó que la curaduría puede ser un acto
poético, que el pensamiento crítico puede convivir con la emoción, y que el
arte debe ser comprendido en su contexto, pero también celebrado en su
misterio.
Desde la Fundación Oswaldo
Vigas lamentamos profundamente su fallecimiento. Su partida nos duele, pero
también nos compromete a seguir difundiendo su obra, estudiando sus aportes y
reconociendo su lugar en la historia del arte de nuestra región.
A su familia, amigos y colegas, enviamos nuestras más sentidas condolencias. A Eduardo, nuestro agradecimiento eterno por todo lo que nos dio. Su legado está vivo en cada exposición, en cada texto, en cada conversación que siga naciendo a partir del arte.
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